La musica electronica
Dentro de las diferentes categorías en las que podemos dividir la música nos encontramos con la llamada música electrónica. Definición tan difícil de precisar como fácil de entender. Si aceptamos la diferenciación entre instrumentos clásicos y electrónicos podemos acotar mejor el debate pues en esta diferencia está la clave de la discusión.
No hablaré de los medios electrónicos, que se han vuelto fundamentales como herramientas musicales, sino del sonido generado electrónicamente.
Los medios tecnológicos actuales permiten generar sonidos de una perfección mucho mayor que los instrumentos tradicionales. Esta precisión técnica fascina por sus posibilidades. El compositor tiene mucho más control sobre el sonido en la actualidad que en épocas anteriores.
Pero el desarrollo de esta técnica ha seguido caminos extraños. El sonido electrónico tiende a ser cada vez más complejo para poder imitar a los sonidos clásicos. Por lo que nos encontramos con unos sonidos que son imitación de otros cuya regularidad y perfección son mucho menores. Sin embargo no pueden aspirar a igualar la riqueza de sus armónicos. Por ahora, la brillantez de un sonido analógico es mucho mayor que la de un sonido generado por medios electrónicos.
Siendo esta última característica importante, no es lo que sigue haciendo mucho más atractivo el sonido clásico frente al electrónico. Es la falta de regularidad del sonido analógico lo que otorga complejidad a este sonido. Lo hace más sorprendente. En su génesis participa el hombre. Es una parte de nuestro cuerpo la que hace sonar el instrumento. Es una parte física, la mano, la boca, el brazo, los dedos… Estas partes transmiten el “alma” al sonido, y por ahora, las máquinas no tienen alma. Así una sola nota de un violín vale por todas las notas electrónicas.
No se trata de menospreciar los sonidos electrónicos sino de precisar su verdadera función. Sin duda, éstos pueden tener una función en el aprendizaje y en el proceso creativo. Son medios enormemente poderosos para el músico. También deben tener una aplicación artística. Pero esta aplicación debe inspirarse en la capacidad de este sonido de ser absolutamente regular.
La complejidad del sonido analógico viene de su falta de regularidad. Cada instrumento es diferente y produce un sonido diferente. Además, cada sonido de un instrumento es único. Depende del momento, lugar, intérprete. Esta variedad es imbatible.
Los sonidos electrónicos son más regulares y perfectos. En esto no hay quien les gane. Esta característica, la única que el compositor puede explotar, no genera variedad. Al final, los sonidos electrónicos son “demasiado” perfectos y terminan siendo “demasiado” monótonos. No son un buen material artístico para el músico.
La variedad de sonidos electrónicos que imitan a los analógicos es muy amplia, pero son demasiado pobres en armónicos. Si a esta opacidad, añadimos su absoluta regularidad en el ataque, las frecuencias, la caída, podemos decir que la música que generan es simplemente aburrida. Es un sucedáneo de música que solo interesa al músico.