Thursday, June 14, 2007

CDMC 06/07. AUDITORIO 400. 11 de junio. CICLO RESIDENCIAS (III). Varios compositores.

Temporada del CDMC 2006/07. 11 de junio de 2007. 19:30. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Auditorio 400. Ciclo Residencias (III). Trío Arbós. Neopercusión. Jesús Torres, compositor residente.

Obras:
-Cesar Camarero: 33 maneras de mirar un vaso de agua.

-Franco Donatoni: Arpège.

-Magnus Lindberg: Metal Work.
-Jesús Torres: Manantial de luz.



Camarero - Donatoni - Lindberg - Torres

Los miembros de la orquesta salen al escenario. Visten de negro, pero sin uniformar, incluso uno de los percusionistas lleva puesta una moderna camisa con galones azules. Muy bien.

Empiezan por la obra de Cesar Camarero titulada 33 maneras de mirar un vaso de agua. Se nota el interés del compositor por lo tímbrico. Destacan dentro de la pieza la mezcla del ataque de algunos timbres percusivos con la cola de un vibráfono frotado. Este recurso está, quizá, sobreutilizado ya que es una manera muy sencilla y vistosa de "cerrar" el sonido, pero es por esta misma razón por lo que debería ser usado con mayor moderación. Hay otras partes de la pieza donde se utiliza la repetición y son éstas donde el público comprende
mejor la música. Quizás esto representa un problema pues nos hace preguntarnos por la idea de la composición. Para aclarar este último punto incluimos unas palabras extraidas de las notas al programa donde el propio compositor hace un comentario de su obra : "...un pintor japonés de la antigüedad se pasó toda su vida pintando únicamente un solo tipo de pez, siempre desde distintos puntos de vista, en el agua, fuera del agua, en el atardecer, etc., cada vez como si fuera la primera que lo pintaba, como si nunca antes lo hubiera pintado"

"¿Que es un arpegio, a fin de cuentas, sino una escalera de tramos abiertos que deja pasar la luz entre sus escalones? Un arpegio es una escala transparente" Después de leer estas sugerentes notas escritas en el programa pasamos a escuchar Arpége para cuerdas, clarinete,, flauta, percusión y piano. Una obra de una escritura clara y con talento que no escatima en aplicar la repetición a varios de sus motivos. Todos los elementos se escuchan con claridad. Los instrumentos y sus consecuencias tímbricas son introducidos creando varias capas muy nítidas que ayudan a "engancharse" al desarrollo musical. Esto queda patente en el principio de la pieza donde el piano y la percusión introducen unas figuras muy claras que dejan paso a un timbre "rasgado" de las cuerdas que más tarde se clarifica con el solo de violín.

Escuchamos, después del descanso, la versión para acordeón y percusión (existe otra donde el acordeón se sustituye por un sintetizador) de Metal Work de Magnus Lindberg, obra donde los timbres encajan a la perfección. Los registros de la percusión no parecen, como en otras obras, efectos "aleatorios" sino que nos trasladan a lo que parece una forma que recuerda a la composición con muestras o "samples" que se efectua en la música electrónica. Sin duda los sonidos están combinados con absoluta precisión. Al final de la obra todo esto se olvida y el acordeonista abandona su instrumento para comenzar un sorprendente duelo de gongs con el percusionista.

Y por último nos ofrecen lo que parece el plato fuerte del concierto. Manantial de luz de Jesús Torres. Obra para percusión, piano, flauta, clarinete, dos violines y chelo dividida en cinco movimientos ininterrumpidos. Algunos de ellos tienen una gran belleza como el sugerente comienzo del piano y la percusión o aquel donde la marimba crea un trino menor y, junto a los trémolos de las cuerdas, permite desgranar un atisbo de melodía al piano. En otra de los pasajes no hay ningún reparo en utilizar un lenguaje abiertamente tonal (se utilizan armonías sin progresión donde el compositor se recrea en una tónica por lo que no se trata en rigor de lenguaje tonal sino de algo más parecido a la "cita" tonal, al gusto por el acorde) que luego se encarga de "maquillar", aunque sin ningún ánimo de esconder el tono. Este recurso nos hizo trasladarnos por algún momento al lenguaje de la música cinematográfica. Muy bella es tambíen la llamada "anticadencia" donde el piano, como bien señala el programa, se recrea en un solo lento y tranquilo donde la pausa nos sugeriría un movimiento virtuoso y cargado. Después de un extasis producido por el piano y la percusión se inicia la conversación (o, mejor dicho, la meditación) de los timbres percusivos protagonizada principalmente por los gongs. Los músicos, muy aplicados, se dirigen hacia su nuevo instrumento para sugerir esta emocionante coda final. Mientras el sonido se desvanece el compositor recoge la ovación del auditorio e invita a Cesar Camarero y a los intérpretes a unirse al calor de los aplausos del público.

Wednesday, June 06, 2007

CDMC 06/07. AUDITORIO 400. 4 de junio. SOLISTAS DE LA ORCAM. Monográfico Agustín Charles.

Temporada del CDMC 2006/07. 4 de junio de 2007. 19:30. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Auditorio 400. Solistas de la ORCAM. Director: José Ramón Encinar.

Monográfico Agustín Charles:
-Unstable Surface.

-Cants. Libro I.

-Cielo de ceniza.
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-Cants. Libro II.
-Piano quartet.
-Concertino para clarinete y grupo de cámara.


Sorprendente el concierto escuchado en el Reina Sofía. Aunque el programa estaba dedicado de manera monográfica al compositor catalán Agustín Charles, se pudo asistir a dos partes muy diferentes divididas por el descanso. Empezamos, pues, por la primera parte del concierto. Estas tres piezas tienen en común lo que se puede denominar como "una forma flexible". Las notas al programa hablan de un autor que quiere hacer entender sus obras "sin necesidad de un manual para desentrañarlas", pero con estas formas tan indeterminadas es dificil complacer los deseos del compositor. La reflexión que se impone sobre estas tres primeras piezas determina que estamos ante una música que, para su comprensión, requiere un esfuerzo por parte del público. Una música para las élites. Una música elitista.

La primera de estas obras, Unstable surface para conjunto instrumental, presenta muchos recursos tímbricos, armónicos por aquí y por allá producidos por el golpeo con los arcos de las cuerdas y las placas de algún vibráfono. En la segunda pieza, Cants, Libro I para voz y piano, la soprano empieza con unos cantos en forma melismática que dan paso al piano. Éste va rompiendo los acordes y genera un motivo reconocible pero que no llega a hacer pensar, todavía, en una forma clara por lo que el público se centra en la "impresión estética", más cercana al sufrimiento que a la belleza. Los músicos estuvieron excelentes, interpretando la obra con hondura.

Cielo de ceniza
para mezzosoprano, viola y conjunto instrumental es la tercera y última pieza de esta primera parte. Se centra en un diálogo entre la voz soprano y la viola. Las notas del sintetizador despistaron al auditorio que premió esta primera parte del concierto con una clamorosa ovación. Pero todo esto cambió después del descanso con la escucha de las tres últimas composiciones. Estas obras se ofrecen al público como formas petreas, bien acabadas y enormemente brillantes.

El programa presenta
Cants. Libro II como una obra para soprano y contrabajo pero en el escenario se une un tercer intérprete de "sierra musical" (instrumento que, frotado, produce un sonido muy reconocible, ululante y burlón). La soprano anuncia las diferentes partes tocando instrumentos como los crótalos o las maracas. Intercala, entonces, partes entonadas con partes recitadas lo que, ayudado por el exotismo de la sierra, otorga a la pieza un tono de cuento. Las colas sonoras de este exótico instrumento se confunden con el ataque de la voz soprano creando un eco maravilloso. Alguno confundió el relato musical con un cuento para dormir y el muy bribón adornó el final de la pieza con un sonoro ronquido.

Piano quartet aparece en escena como un "piano trio" pues uno de los violines no sale. Aparentemente nadie se pone nervioso (incluido el bribón que sigue a lo suyo) y se decide que este detalle no tiene demasiada importancia para el devenir musical. El violín y la viola ejecutan obstinadamente un motivo sobre el registro agudo que sirve de hilo conductor. Más tarde el piano adquiere mayor protagonismo con un pasaje repleto de staccatti. Sin duda hemos abandonado las formas laxas del inicio, pero el muy bribón ronca que te ronca.

Cuando comienza la última pieza, Concertino para clarinete y grupo de cámara, no hace falta que transcurra mucho tiempo para darse cuenta de que el solista, Salvador Salvador, es un extraordinario músico. Su relajada presencia, de pie, da confianza al auditorio que prevé con éxito una interpretación ligera y brillante que soluciona los problemas de la obra con soltura, convirtiendo las dificultades técnicas de la partitura en verdadera música virtuosa. Esta abrumadora presencia del clarinete no impide una escucha nítida de toda la pieza que, aunque compuesta en un solo movimiento, tiene diferentes partes bien delimitadas como el fantástico solo de clarinete o el exhuberante duo entre percusión e instrumento solista.

Al terminar, el compositor sube a escena y saluda a todos los intérpretes. Clamorosa ovación, el publico aplaude y varios gritan los consabidos "¡Bravos!". Tanto éxtasis provoca que el clarinete, incendiado por las diabólicas notas de Charles, se derrumbe mientras el solista recoge los merecidos elogios. Curioso. Al final, el instrumento, también cae rendido.
Otro acierto más del CDMC que permite escuchar dos conciertos por el precio de uno.

P.D. La entrada es gratuita.

Monday, June 04, 2007

MAESTROS & DISCIPULOS. RESIDENCIA DE ESTUDIANTES. 31 de mayo de 2007. Obras de Stravinsky, Torres y Carro. Varios intérpretes.

Ciclo de Conciertos "Estrenos en la Residencia". 31 de mayo de 2007. 19:30. Residencia de Estudiantes. Celia Alcedo, soprano. Francisco José Segovia, piano. Andres Gomis Mora, saxofón. Àlex Garrobé, guitarra.


Obras:
-Stravinsky. Pastorale, Trois histoires pour enfants, Quatre chants russes, The owl and the pussy-Cat.
-Jesús Torres. Madre, madre para voz y piano, 2002. Cobra para voz y saxofón alto, 2002. El olvido para voz y guitarra, 1999. Circuito para voz sola, 2003.
-Mario Carro. Maldad para voz sola, 2004. Tres poemas de Ángel González para voz, saxofón alto y piano, 2007.

Jesús Torres.

Y nos acercamos a la Residencia de Estudiantes, otra vez, para asistir a este segundo concierto del ciclo Maestros & Discípulos. Esta vez, con la lección bien aprendida, conseguimos sentarnos en los cómodos sofás del fondo.

Las cuatro piezas de Jesús Torres tienen en común los textos de los poemas de Vicente Aleixandre. En todas ellas podemos escuchar melodías con grandes saltos interválicos (que hemos bautizado como lo grave-agudo) Son temas poco claros, de dificil retención para el público. Los acompañamientos de los instrumentos a la voz son motivos musicales sin ningún patrón. El piano va rompiendo los acordes, creándose figuras muy diferentes entre si por debajo de la voz principal. No hay repetición lo que ayuda a esta forma de escucha. La mejor de todas estas piezas fue Circuito para voz sola. La soprano tuvo que recitar, susurrar, quebrar su voz, rellenar las partes sin textos con sugerentes notas.

Acabó el concierto con las obras del joven compositor Mario Carro, discípulo de Torres. Sus obras estuvieron en la línea del concierto. El final de la segunda pieza de Tres poemas de Ángel González, titulada Igual que si nunca, fue muy bonito.

Al final los compositores recogieron los aplausos de la sala.

Friday, June 01, 2007

CDMC 06/07. AUDITORIO 400. 28 de mayo. SAX ENSEMBLE. Varios Compositores.

Temporada del CDMC 2006/07. 28 de mayo de 2007. 19:30. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Auditorio 400. Sax Ensemble. Director: José Luis Temes.

Obras:

-Edison Denisov- Concerto Piccolo.
1979.
-Cristóbal Halffter - Espejos. 1964.

-Tomás Marco - Paraíso dinámico. 1993.
-Sofía Gubaidulina - In Ewartung. 1994.


Denisov - Halffter - Marco - Gubaidulina

Salen los miembros del Sax Ensemble a escena. Ellos de smoking y ellas de negro, pantalón y camiseta muy sobrios. Nos vemos obligados a decir que el uniforme de los miembros masculinos es, quizá, poco adecuado para el tono del evento. Podrían perfectamente sustituir sus bellos instrumentos por bandejas con canapés. El director viste un gastado traje gris y corbata que le asemeja más a un vetusto gerente de oficina que al magnífico músico que se nos presenta en escena. ¡Y como dirije! En la primera obra, Concerto piccolo de Denisov, no marca el compás sino que muestra a los intérpretes diferentes números utilizando los dedos de las manos. 1, 2, 3, 4, 5... ¿Y que pasará con el 11? Muy fácil, puño y dedo. Intentamos descifrar esos códigos. No lo conseguimos. La impresión tímbrica vuelve a ser fascinante, pero, hay que suponer que, no es la intención del compositor pues se puede leer en el programa que se trata de una obra "serialista". Es lo que tiene escuchar una música de este tipo. Uno no se entera de nada y tiene que imaginarse otra cosa. Mientras nuestra imaginación vuela, el tipo del saxo vuelve a sacar esas magníficas "notas dobles" a sus cuatro instrumentos.

Espejos de Cristóbal Halffter es una obra para cuatro percusionistas y cinta magnética cuyo plan obliga a grabar la primera parte de la pieza en cinta (o en un soporte digital más moderno, suponemos) que luego es reproducida en la segunda parte (sin interrupción entre ambas) mientras los percusionistas continúan su interpretación. El programa lo llama "técnica de anillos", procedimiento creado en los albores de la música electrónica. Efectivamente, el director a la mitad de la interpretación hace un gesto al técnico de sonido, situado en el patio de butacas para que reproduzca lo antes grabado. ¡Ah! Ahí está la cinta. En un principio cuesta escucharla (No se si por mérito o demérito de la interpretación) pero el público queda tranquilo cuando algo de lo electrónico se percibe hacia el final. Parece una pieza sobre la que el compositor ha efectuado un riguroso control de los parámetros musicales. Su audición destila una gran concreción y rigor, como el mecanismo de un reloj.

En el descanso desmontan los altavoces y el escenario queda preparado para recibir al Paraíso dinámico de Tomás Marco para 4 saxos y percusión. Debido a esta particular orquestación, es muy dificil no tener la sensación de estar escuchando una banda interpretando un pasodoble cuando el percusionista toca el bombo y el platillo. Esta impresión desaparece con el acorde final más cercano a una bigband.

Y este concierto nos deja para el final una de las obras más divertidas escuchadas esta temporada: In Ewartung de Sofía Gubaidulina, para cuatro saxos y seis percusionistas. Se trata de una pieza repleta de efectos tímbricos inusuales, ejecuciones heterodoxas, extraños instrumentos... que hacen de ella una obra de extraordinaria riqueza timbrica. Las bocas de los saxofonistas percuten la boquilla. Los percusionistas frotan con el arco las placas de los vibráfonos, y junto a los saxos simulan sonidos y armónicos extraordinarios. Un percusionista ejecuta un solo de un instrumento innombrable (¿violín de fantasía?) que impregna la música con un reconfortante tono humorístico. Los platillos frotados producen esos maravillosos armónicos, o lo que sean. Un extraño sonido grave es extraido del bombo al ser frotado con algún tipo de material. Todos estos efectos son combinados con mano maestra por la compositora que consigue integrarlos con naturalidad en el devenir musical lo que la hace una pieza muy agradecida para el público.

El concierto deja un buen sabor de boca. Los componentes del Sax Ensemble son aplaudidos. Normal. Han estado excelentes.