MAHAGONNY EN EL MATADERO
ASCENSO Y CAIDA DE LA CIUDAD DE MAHAGONNY. Texto: B. Brecht, Música: Kurt Weill. Matadero, Naves del español.
¡Espanto!, ¡Horror!, ¡Infame! eran algunos de los calificativos que el público oyó al salir de la función. Calificativos, estos, que se atribuían al texto y a la interpretación de la ópera, pero el público tenía interés en ver el montaje para escuchar la partitura de Kurt Weill. Antes de eso podemos decir que la función resultó ser en muchos aspectos un espectáculo fascinante, de generosos aspectos visuales y una puesta en escena espectacular, pero que tuvo graves defectos en la interpretación de la partitura de Weill lo que, a juzgar por el público, arruinó estos esfuerzos.
La música de esta ópera causó una extraña impresión en el auditorio que tuvo que hacer el intento de escuchar sin caer en la tentación de compararla a los espectáculos musicales tan de moda ultimamente. No, Mahagonny no es un musical y los retazos de talento que escondía la interpretación (en algunas ocasiones muy profundamente, de ahí el despiste...) así lo confirman. No hay voluntad de crear un conjunto de canciones de tres horas de duración a cual más llamativa, sino que la partitura da un sentido integral a la música y utiliza elementos "modernos" como musicas de cabaret o canciones populares que funcionan como citas casi irónicas. Este es uno de los puntos débiles del montaje del Matadero que no ha sabido entender que se trata de una ópera cuyas canciones están tratadas de esta manera y no de manera directa. La cantante lírica canta con su voz engolada una maravillosa tonada en inglés macarrónico y, así, el aria cobra una fuerza inusitada, pero en esta función algunos intérpretes están más cerca del musical lo que arruina este tipo de sutilezas.
El reciclaje de los "Juegos de canciones de Mahagonny" (1927), compuesto dos años antes de la ópera permiten a Weill reelaborar estos temas dotándolos de armonías explicitamente tonales creando una especie de lenguaje original. El público queda sorprendido ante unos acompañamientos fáciles de entender junto a melodías difíciles de retener.
No hay un atisbo de mal gusto en toda la partitura (leemos en algún lugar sobre la "falta de banalidad" de la partitura de Weill) y esto se convierte en una de los principales características de la partitura, pero como la ausencia de algo no asegura la presencia de su contrario salimos de la función pensando que no había ningún momento de esplendor en la partitura..., hasta que escuchamos una versión correcta.
En este enlace se pueden escuchar (con cierta falta de calidad) algunos fragmentos de la ópera que ilustran lo escrito.
Enlace Mahagonny
P.D. Hay que hacer mención a la espantosa guitarra MIDI que se pudo escuchar en algunos acompañamientos junto a la reducida orquesta sinfónica. ¿Porqué este tipo de chapuzas entre tanto derroche de medios?
¡Espanto!, ¡Horror!, ¡Infame! eran algunos de los calificativos que el público oyó al salir de la función. Calificativos, estos, que se atribuían al texto y a la interpretación de la ópera, pero el público tenía interés en ver el montaje para escuchar la partitura de Kurt Weill. Antes de eso podemos decir que la función resultó ser en muchos aspectos un espectáculo fascinante, de generosos aspectos visuales y una puesta en escena espectacular, pero que tuvo graves defectos en la interpretación de la partitura de Weill lo que, a juzgar por el público, arruinó estos esfuerzos.
La música de esta ópera causó una extraña impresión en el auditorio que tuvo que hacer el intento de escuchar sin caer en la tentación de compararla a los espectáculos musicales tan de moda ultimamente. No, Mahagonny no es un musical y los retazos de talento que escondía la interpretación (en algunas ocasiones muy profundamente, de ahí el despiste...) así lo confirman. No hay voluntad de crear un conjunto de canciones de tres horas de duración a cual más llamativa, sino que la partitura da un sentido integral a la música y utiliza elementos "modernos" como musicas de cabaret o canciones populares que funcionan como citas casi irónicas. Este es uno de los puntos débiles del montaje del Matadero que no ha sabido entender que se trata de una ópera cuyas canciones están tratadas de esta manera y no de manera directa. La cantante lírica canta con su voz engolada una maravillosa tonada en inglés macarrónico y, así, el aria cobra una fuerza inusitada, pero en esta función algunos intérpretes están más cerca del musical lo que arruina este tipo de sutilezas.
El reciclaje de los "Juegos de canciones de Mahagonny" (1927), compuesto dos años antes de la ópera permiten a Weill reelaborar estos temas dotándolos de armonías explicitamente tonales creando una especie de lenguaje original. El público queda sorprendido ante unos acompañamientos fáciles de entender junto a melodías difíciles de retener.
No hay un atisbo de mal gusto en toda la partitura (leemos en algún lugar sobre la "falta de banalidad" de la partitura de Weill) y esto se convierte en una de los principales características de la partitura, pero como la ausencia de algo no asegura la presencia de su contrario salimos de la función pensando que no había ningún momento de esplendor en la partitura..., hasta que escuchamos una versión correcta.
En este enlace se pueden escuchar (con cierta falta de calidad) algunos fragmentos de la ópera que ilustran lo escrito.
Enlace Mahagonny
P.D. Hay que hacer mención a la espantosa guitarra MIDI que se pudo escuchar en algunos acompañamientos junto a la reducida orquesta sinfónica. ¿Porqué este tipo de chapuzas entre tanto derroche de medios?