La reacción a la máquina
Nadie duda que, en la actualidad, la informática es el mejor aliado del músico. Las posibilidades que otorga son tan grandes que hasta el músico más alejado de la tecnología se siente diabólicamente atraido hacia las infinitos recursos que estas máquinas proporcionan. Es, en estos momentos, el instrumento más importante para el músico. No solo a nivel creativo, sino a niveles más prácticos como la edición de partituras, grabación de formatos, etc...
Ante esta omnipresencia de lo tecnológico como algo vivo, como algo abierto, como algo en continuo movimiento, el músico ya no solo se preocupa de la música sino que tiene que convertirse en una especie de ingeniero, mejor dicho, de guerrero donde la tecnología pasa de ser su mejor aliado a, en ocasiones, convertirse en su mayor enemigo. Así todos los compositores han tenido que luchar contra la maraña de cables desperdigados por el estudio, ante el software que no conecta los diferentes dispositivos, ante los sistemas anticopia del último programa... y mil cosas más.
Este panorama tiene su consecuencia lógica: Reaccionar contra la máquina. Lo "vivo" se convierte en una inquietud constante para el músico que solo se resuelve... apagando. "Turn off" o "Shut down" pasan a ser palabras mágicas que dan paso al estado de quietud física necesaria para empezar a componer. El piano resurge como un coloso más allá del bien y del mal. Si suena, suena y si no... que lo arreglen... No perderemos el tiempo.
El músico se relame en ese estado reaccionario tan placentero donde la tentación tecnológica es despreciada con el mayor desprecio posible. Que me das problemas... pues "Shut down". Que no te entiendo... pues "Turn off". Pasamos de lo diabólico a lo celestial. ¡Viva el piano!
Bueno, esta experiencia solo es posible si dentro del espíritu luciferino, vanguardista e innovador todavía tenemos la esperanza de que haya un pequeño rincón celestial donde lo conservador esté salvaguardado. Recuerda amigo: Si cada vez que apagues la máquina un extraño placer te recorre el cuerpo, es que tu pequeño ángel reaccionario está cantando alguna oración... "Shhhuuuut dooooown"
Ante esta omnipresencia de lo tecnológico como algo vivo, como algo abierto, como algo en continuo movimiento, el músico ya no solo se preocupa de la música sino que tiene que convertirse en una especie de ingeniero, mejor dicho, de guerrero donde la tecnología pasa de ser su mejor aliado a, en ocasiones, convertirse en su mayor enemigo. Así todos los compositores han tenido que luchar contra la maraña de cables desperdigados por el estudio, ante el software que no conecta los diferentes dispositivos, ante los sistemas anticopia del último programa... y mil cosas más.
Este panorama tiene su consecuencia lógica: Reaccionar contra la máquina. Lo "vivo" se convierte en una inquietud constante para el músico que solo se resuelve... apagando. "Turn off" o "Shut down" pasan a ser palabras mágicas que dan paso al estado de quietud física necesaria para empezar a componer. El piano resurge como un coloso más allá del bien y del mal. Si suena, suena y si no... que lo arreglen... No perderemos el tiempo.
El músico se relame en ese estado reaccionario tan placentero donde la tentación tecnológica es despreciada con el mayor desprecio posible. Que me das problemas... pues "Shut down". Que no te entiendo... pues "Turn off". Pasamos de lo diabólico a lo celestial. ¡Viva el piano!
Bueno, esta experiencia solo es posible si dentro del espíritu luciferino, vanguardista e innovador todavía tenemos la esperanza de que haya un pequeño rincón celestial donde lo conservador esté salvaguardado. Recuerda amigo: Si cada vez que apagues la máquina un extraño placer te recorre el cuerpo, es que tu pequeño ángel reaccionario está cantando alguna oración... "Shhhuuuut dooooown"