MAESTROS & DISCIPULOS. RESIDENCIA DE ESTUDIANTES. 31 de mayo de 2007. Obras de Stravinsky, Torres y Carro. Varios intérpretes.
Ciclo de Conciertos "Estrenos en la Residencia". 31 de mayo de 2007. 19:30. Residencia de Estudiantes. Celia Alcedo, soprano. Francisco José Segovia, piano. Andres Gomis Mora, saxofón. Àlex Garrobé, guitarra.
Obras:
-Stravinsky. Pastorale, Trois histoires pour enfants, Quatre chants russes, The owl and the pussy-Cat.
-Jesús Torres. Madre, madre para voz y piano, 2002. Cobra para voz y saxofón alto, 2002. El olvido para voz y guitarra, 1999. Circuito para voz sola, 2003.
-Mario Carro. Maldad para voz sola, 2004. Tres poemas de Ángel González para voz, saxofón alto y piano, 2007.
Y nos acercamos a la Residencia de Estudiantes, otra vez, para asistir a este segundo concierto del ciclo Maestros & Discípulos. Esta vez, con la lección bien aprendida, conseguimos sentarnos en los cómodos sofás del fondo.
Las cuatro piezas de Jesús Torres tienen en común los textos de los poemas de Vicente Aleixandre. En todas ellas podemos escuchar melodías con grandes saltos interválicos (que hemos bautizado como lo grave-agudo) Son temas poco claros, de dificil retención para el público. Los acompañamientos de los instrumentos a la voz son motivos musicales sin ningún patrón. El piano va rompiendo los acordes, creándose figuras muy diferentes entre si por debajo de la voz principal. No hay repetición lo que ayuda a esta forma de escucha. La mejor de todas estas piezas fue Circuito para voz sola. La soprano tuvo que recitar, susurrar, quebrar su voz, rellenar las partes sin textos con sugerentes notas.
Acabó el concierto con las obras del joven compositor Mario Carro, discípulo de Torres. Sus obras estuvieron en la línea del concierto. El final de la segunda pieza de Tres poemas de Ángel González, titulada Igual que si nunca, fue muy bonito.
Al final los compositores recogieron los aplausos de la sala.
Las cuatro piezas de Jesús Torres tienen en común los textos de los poemas de Vicente Aleixandre. En todas ellas podemos escuchar melodías con grandes saltos interválicos (que hemos bautizado como lo grave-agudo) Son temas poco claros, de dificil retención para el público. Los acompañamientos de los instrumentos a la voz son motivos musicales sin ningún patrón. El piano va rompiendo los acordes, creándose figuras muy diferentes entre si por debajo de la voz principal. No hay repetición lo que ayuda a esta forma de escucha. La mejor de todas estas piezas fue Circuito para voz sola. La soprano tuvo que recitar, susurrar, quebrar su voz, rellenar las partes sin textos con sugerentes notas.
Acabó el concierto con las obras del joven compositor Mario Carro, discípulo de Torres. Sus obras estuvieron en la línea del concierto. El final de la segunda pieza de Tres poemas de Ángel González, titulada Igual que si nunca, fue muy bonito.
Al final los compositores recogieron los aplausos de la sala.