CDMC 06/07. AUDITORIO 400. 22 de enero. CUARTETO CAPUÇON. Obras de Rhim, Dutilleux y Ravel.
Temporada del CDMC 2006/07. 22 de enero de 2007. 19:30. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Auditorio 400. Cuarteto Capuçon: Renaud Capuçon, violín; Aki Saulière, violín; Béatrice Muthelet, viola; Gautier Capuçon, violonchelo.
Obras:
-Duomoolog de Wolfgang Rhim, (1-Sehn Rasch; 2-Sin título)
-Ainsi la nuit de Henry Dutilleux, (Nocturne; Miroir d'espace; Litanies 1; Litanies 2; Constellations; Nocturne 2; Temps suspendu)
-Cuarteto de cuerda en Fa mayor de Maurice Ravel, (Allegro moderato; Assez vif. Très Rythmé, Très lent;Vif et agité)
Obras:
-Duomoolog de Wolfgang Rhim, (1-Sehn Rasch; 2-Sin título)
-Ainsi la nuit de Henry Dutilleux, (Nocturne; Miroir d'espace; Litanies 1; Litanies 2; Constellations; Nocturne 2; Temps suspendu)
-Cuarteto de cuerda en Fa mayor de Maurice Ravel, (Allegro moderato; Assez vif. Très Rythmé, Très lent;Vif et agité)
RIHM - DUTILLEUX
Empiezo por una descripción de las músicas programadas. Recuerdo los finísimos ppp que se escuchaban en el segundo mov. de la obra de Rhim. El lirismo de la obra de Dutilleux. (Apunto este nombre, un francés que fiel a su cultura musical, es capaz de salir de la influencia impresionista y crear un lenguaje propio y moderno).También me fijo en las promesas que se oyen en el cuarteto de Ravel...
La falta de memoria musical para el directo me obliga a rellenar estas páginas con otros comentarios de discutible relevancia musical. El programa se anuncia cambiado. Primero las obras de Rhim y Dutilleux y, depués del descanso, el cuarteto de Ravel. La obra de Rhim es un duo para violín y Chelo. Salen los hermanos Capuçon. Renaud al violín y Gautier al chelo. Visten con trajes de chaqueta y corbata. Eso les da un aire graciosamente administrativo, sobrio como el auditorio. Pienso en ellos vestidos de smoking, o en vaqueros y me da la sensación de que el traje les sienta muy bien y que, además, resulta muy moderno. Esta primera pieza esta llena de aristas, ataques, violentos pizzicatti... Renaud, de pie, se mueve y acompaña su interpretación con flexiones de rodilla, gestos faciales, todo en su punto justo. Incluso, estos detalles podrían pasar desapercibidos, pero para mi, definitivamente, este tío es un león. Gautier (con un cuidadísimo corte de pelo) por razones obvias, se mueve menos, pero ataca los pizzicatti con verdadera violencia hasta que se le rompe una de sus cuerdas. Se paran, se miran y, después de un sutil gesto de complicidad, Gautier se retira para cambiar la cuerda rota. Renaud hace lo único que se puede hacer en estas situaciones: Espera de pie a que vuelva su hermano menor. El auditorio responde con una suave carcajada a la pícara sonrisa de Renaud. Cuando Gautier regresa el auditorio, por supuesto, aplaude.
En la segunda obra salen a escena los otros miembros del cuarteto. Ahora, todos están sentados y yo me sigo fijando en Renaud. Acaricia con sus pies (se oye lel roce de los zapatos contra el suelo) las suaves notas de Dutilleux. Me fijo en el arco del segundo violín. Se le ha roto parte de las cuerdas. No parece que le moleste, pero, con un movimiento rápido y ágil, consigue deshacerse del incordio y continúa con su fina interpretación. Llega el descanso.
En la tercera obra la viola suena apagada. Quizá sea por la propia naturaleza del instrumento, quizá por mi posición en el auditorio, o quizás sea por otra razón. Me fijo en las partituras. Los propios músicos tienen que pasar las hojas y, en ocasiones, perjudica al devenir musical. Gautier pasa una de las últimas páginas del cuarteto de Ravel, pero la página se revela y quiere volver a su posición anterior. Gautier , con un felino movimiento de pierna logra domar la partitura.
El concierto acaba con un bis algo decepcionante ya que repiten el primer movimiento del cuarteto de Ravel. Cuando acabán el auditorio rompe en aplausos. Los músicos entran y salen del escenario. A la tercera salida, me levanto y comienzo a bajar las escaleras, pero antes de abandonar el auditorio, los intérpretes vuelven a escena. Por supuesto, me paro y vuelvo a aplaudir emocionado. ¡Bravo! ¡Bravo!
La falta de memoria musical para el directo me obliga a rellenar estas páginas con otros comentarios de discutible relevancia musical. El programa se anuncia cambiado. Primero las obras de Rhim y Dutilleux y, depués del descanso, el cuarteto de Ravel. La obra de Rhim es un duo para violín y Chelo. Salen los hermanos Capuçon. Renaud al violín y Gautier al chelo. Visten con trajes de chaqueta y corbata. Eso les da un aire graciosamente administrativo, sobrio como el auditorio. Pienso en ellos vestidos de smoking, o en vaqueros y me da la sensación de que el traje les sienta muy bien y que, además, resulta muy moderno. Esta primera pieza esta llena de aristas, ataques, violentos pizzicatti... Renaud, de pie, se mueve y acompaña su interpretación con flexiones de rodilla, gestos faciales, todo en su punto justo. Incluso, estos detalles podrían pasar desapercibidos, pero para mi, definitivamente, este tío es un león. Gautier (con un cuidadísimo corte de pelo) por razones obvias, se mueve menos, pero ataca los pizzicatti con verdadera violencia hasta que se le rompe una de sus cuerdas. Se paran, se miran y, después de un sutil gesto de complicidad, Gautier se retira para cambiar la cuerda rota. Renaud hace lo único que se puede hacer en estas situaciones: Espera de pie a que vuelva su hermano menor. El auditorio responde con una suave carcajada a la pícara sonrisa de Renaud. Cuando Gautier regresa el auditorio, por supuesto, aplaude.
En la segunda obra salen a escena los otros miembros del cuarteto. Ahora, todos están sentados y yo me sigo fijando en Renaud. Acaricia con sus pies (se oye lel roce de los zapatos contra el suelo) las suaves notas de Dutilleux. Me fijo en el arco del segundo violín. Se le ha roto parte de las cuerdas. No parece que le moleste, pero, con un movimiento rápido y ágil, consigue deshacerse del incordio y continúa con su fina interpretación. Llega el descanso.
En la tercera obra la viola suena apagada. Quizá sea por la propia naturaleza del instrumento, quizá por mi posición en el auditorio, o quizás sea por otra razón. Me fijo en las partituras. Los propios músicos tienen que pasar las hojas y, en ocasiones, perjudica al devenir musical. Gautier pasa una de las últimas páginas del cuarteto de Ravel, pero la página se revela y quiere volver a su posición anterior. Gautier , con un felino movimiento de pierna logra domar la partitura.
El concierto acaba con un bis algo decepcionante ya que repiten el primer movimiento del cuarteto de Ravel. Cuando acabán el auditorio rompe en aplausos. Los músicos entran y salen del escenario. A la tercera salida, me levanto y comienzo a bajar las escaleras, pero antes de abandonar el auditorio, los intérpretes vuelven a escena. Por supuesto, me paro y vuelvo a aplaudir emocionado. ¡Bravo! ¡Bravo!